El yawara es una de esas armas que demuestran el viejo dicho de que la necesidad es la madre del ingenio. En este caso la necesidad de defenderse hizo que un simple utensilio de la misa budista se convirtiera en un arma mortífera.
ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE YAWARA.
-- La prehistoria del yawara.
El yawara nació en la India a mediados del siglo III a. JC. con el nombre sánscrito de vajra.
El vajra era un objeto sagrado incluido en los accesorios de las ceremonias budistas, igual que las pequeñas campanas vibrantes, y los portaban los monjes allá donde fueran para oficiar sus misas.
Antiguamente el vajra parecía una especie de pequeño cetro que consistía en un corto palo tallado en suave madera de sándalo, de unos quince centímetros de longitud por uno y medio de diametro, y se usaba para ayudar en los rezos, igual que los católicos marianos usan el rosario (aunque la forma y la motivación sean completamente distintas). Los budistas lo que hacían era poner las dos manos juntas por las palmas en actitud de rezo, y se colocaban el vajra en las uves formadas por los pulgares y el resto de la mano.
Con posterioridad se empezaron a fabricar vajras de bronce, con el fin de que perduraran más en el tiempo, a los cuales se les agregaron, como ornamento, dos partes nudosas en los extremos del palo central, de las cuales partían tres o cinco ramas puntiagudas, cuyas puntas se tocaban en los extremos, lo que le daba un aspecto semejante a una diminuta mancuerna de pesas.
Cuando el budismo se expandió por todo oriente también lo hizo el vajra; primero pasó por Kabulistán, después por Cachemira, siguió por Gandhara y Nepal, y llegó al Tibet.
En el Tibet los lamas reformaron nuevamente el vajra dotándo a los extremos de cuatro ramas que se unían en las puntas formando dos medios aros que se superponían. A este nuevo vajra se le denominó dorge y hoy día se sigue usando; puede encontrarse en tiendas especializadas junto a las campanas tibetanas, que son una variante de las campanas vibrantes budistas.
Del Tibet pasó a China (según una tradición en el año 250 a. JC., pero oficialmente en el año 67 d. JC.), de allí a Corea, y, en tiempos del emperador Kimmei (mediados del siglo VI d. JC.) a Japón, donde el budismo (y con él el vajra) tuvo una gran expansión, bifurcándose en las sectas: Hossó, Kegón, Tendai, Shingòn, Ren, Nichirén, Iodó y Shin.
En Japón el vraja fue denominado kongosho, y los había de dos tipos según el número de ramas en que acabaran sus extremos: el sankosho, o vajra de tres ramas, y el gokosho ó vajra de cinco ramas.
Hoy día aún se usa el gokosho en las ceremonias de la secta Shingón, sobre todo en la espectacular Takÿ Shugÿo ó Prueba del Agua, que consiste en un tipo especial de meditación bajo cascadas heladas con el fin de desarrollar el ki. La Prueba del Agua se realiza con el fin de purificar el cuerpo por medio de la letargia; hay que colocarse en dirección sudeste y empezar la purificación por el hombro derecho, al tiempo que se sostiene el gokosho frente al mentón y se recitan los mantras o plegarias (norito en japonés); la operación se repite siete veces hasta tener el cuerpo completamente helado y entumecido. Con ello se consigue la máxima aspiración de los shingones: unión de cuerpo, palabra y espíritu.
-- El yawara usado como arma.
No se sabe a ciencia cierta quién fue la persona que empezó a emplear el vajra para defenderse, pero en ese momento nació el yawara, que es el nombre "guerrero" del utensilio religioso.
Lo más lógico es que ocurriera lo siguiente: como los caminos estaban llenos de bandidos y malhechores, no es de extrañar que algún anónimo monje echara mano de lo único que tenía a su alcance para defenderse y usara el vajra contra sus atacantes; presumiblemente, después de vencer a sus agresores, el monje, al darse cuenta de la efectividad del utensilio, creara técnicas ofensivas-defensivas, instruyendo a los demás monjes de su monasterio o localidad para que éstos se defendieran; con el tiempo, poco a poco, el conocimiento se iría pasando de monje a monje, de monasterio a monasterio, hasta que todos los monjes budistas se enteraron de ese nuevo y revolucionario método de autodefensa.
El nuevo vajra de combate varió ligeramente del anterior, pues las ramas puntiagudas, que antes se tocaban en sus extremos, se fueron separando unos milímetros, con el fin de que las puntas se pudieran clavar y, por ello, fuera más efectivo el recién nacido yawara.
Como el yawara era en realidad un vajra modificado, lógicamente habría tantos modelos de yawara como modelos de vajra había; por ello en Japón el yawara nacido del kongosho, se dividió en dos modelos claramente identificados: el goko ó yawara de cinco puntas, y el sanko ó yawara de tres puntas; a los que se les agregó otro modelo: el tokko ó yawara de una punta por extremo, a ellos habría que sumar otros modelos variantes de los anteriores como son los siguientes: dokko, tenouchi y suntetsu.
EL MANEJO DEL YAWARA.
El empleo ofensivo-defensivo del yawara es muy sencillo, simplemente se sujeta con firmeza con la mano, apretando firmemente el puño, de manera tal que los extremos del yawara sobresalgan a ambos lados de la mano. Armados de esta forma podremos golpear con el puño siguiendo los dictados de cualquier sistema de Boxeo, Karate o demás artes marciales, pues al tener el puño fortalecido de esta manera tendrá una mayor consistencia y eficacia, siendo los golpes que se den de una eficacia devastadora, pudiendo golpear en todas las direcciones posibles, al frente ó hacia atrás, hacia arriba ó hacia abajo, golpes circulares, etc. También se puede golpear directamente con los extremos sobresalientes del yawara, ya sea golpeando como si el puño fuera un martillo (el tettsui japonés, o el sot kil chino), o punzando hacia delante como si usáramos un cuchillo (el pin jon chino). Incluso se puede golpear con los laterales del extremo que sobresale junto al pulgar con un fuerte y enérgico giro de muñeca.
Generalmente los golpes con yawara se dirigen a los centros nerviosos y puntos vulnerables del cuerpo humano (sobre todo cuando se punza), aunque generalmente cuando se usa el puño martillo se ataca a las zonas óseas con el fin de fracturar el hueso. Otra forma de usar el yawara es el de presionar directamente los centros nerviosos o los huesos, por ejemplo sujetando un pulgar del atacante contra el yawara, el más leve apretón causa inmediatamente demasiado dolor para ser resistido.
A propósito de lo anteriormente expuesto, os diré que el yawara ha sido llamado popularmente, en diferentes épocas, con los apelativos de “Rayo de Siva” y “Rayo Eléctrico de Sacerdote”, precisamente porque al golpear en los nervios con este arma es el efecto que produce.
El período de aprendizaje del yawara es muy corto cuando se poseen conocimientos marciales previos, pero incluso cuando no se posee ningún tipo de conocimiento marcial, con cuatro o cinco sesiones de una hora de duración un novato puede convertirse en un conocedor avanzado de su manejo.
Los instructores y expertos en el manejo del yawara dicen que este sencillo aparato es mucho más efectivo que una porra o bastón, porque es más rápido de cambiar de posición de ataque, y porque un ligero golpe con el yawara colocado en el lugar apropiado tiene un efecto más rápido que el golpe más potente dado con una porra; y además con la ventaja de añadida de poder utilizar dos yawaras, uno en cada mano.
Esto es muy cierto, pero tiene el inconveniente de que sólo es efectivo en distancia media y corta, mientras que el bastón corto se puede usar en las distancias largas, medias y cortas. Aunque también tiene la ventaja de que puede llevarse fácilmente y de forma invisible en cualquier bolsillo, y el gran inconveniente de ser un arma prohibida por el Reglamento de Armas en su artículo cuarto, apartado primero letra H, al considerar la ley al yawara como una llave de pugilato.
De todas formas, no hace falta que llevéis un yawara por la calle, una vez aprendido el manejo del yawaracualquier utensilio puede usarse de igual forma con fines defensivos, por ejemplo: un bolígrafo, un rotulador, una pipa...; lo que no os aconsejo es que hagáis lo que hacían los gangsters de Chicago durante la Ley Seca a mediados de siglo, que empuñaban paquetes de monedas para golpear con mayor contundencia, no porque no sea efectivo este método, que lo es, sino porque es un arma prohibida, equiparada también a la llave de pugilato.
LOS HIJOS DEL YAWARA.
A partir del yawara se han ideado una gran cantidad de armas, las más importantes y comunes de las cuales expondré seguidamente.
-- Los pinchos emei.
Hace ya bastantes lustros, los chinos idearon un arma que parece estar basada o influenciada por el yawara: el emei.
Este arma se parece a dos medias flechas metálicas unidas por sus mitades y con las puntas en los extremos, de una longitud total de unos treinta o treinta y cinco centímetros, y un grosor máximo de un centímetro, tiene, asimismo, un anillo en su parte central con el fin de pasar por él el dedo medio y evitar de esta forma que caiga el arma al suelo en caso de abrir accidentalmente la mano. (Gracias a este anillo el emei puede girar como una hélice por medio de un simple movimiento coordinado de muñeca y dedos, lo cual lo hace muy espectacular y atractivo en las competiciones chinas de Wu Shu).
El manejo de los pinchos emei en combate es semejante al del yawara, aunque siempre se usa por pares y, antiguamente, los luchadores debían tener cuidado a la hora de clavar las puntas para que estas no se quedaran enganchadas por algún extremo óseo.
-- El kubotan.
En 1937, un norteamericano de origen japonés, y maestro en el manejo del yawara, llamado Frank Matsuyama pensó en modificar el yawara haciéndolo más moderno, por lo cual diseñó un yawara de madera, de igual peso y longitud que los tradicionales pero dándole una forma más redondeada en los extremos totalmente. Incluso publicó un libro sobre su manejo para ser usado por las fuerzas policiales en 1948, con el nombre de: “How to use the Yawara Stick”.
Durante muchos años el Sr. Matsuyama fue instructor de yawara de la policía de San Francisco, hecho que avala formalmente la efectividad de este arma en la calle, donde los "policeman" de esta ciudad norteamericana tienen que reducir a toda clase de matones, muchos de ellos avezados en las artes marciales orientales; téngase en cuenta que el barrio más problemático de San Francisco es el Chinatown, el Barrio Chino.
Años después y basándose en este diseño, el maestro de Karate Kobuta Takayuki (Décimo Dan de Karate Gosoku Ryu) pensó en modificar el yawara moderno del Sr. Matsuyama haciéndolo aún más moderno, por lo cual lo diseñó dándole una forma totalmente cilíndrica con unos pequeños surcos circulares que rodean completamente el instrumento autodefensivo para que de esta forma se adaptara firmemente a los dedos y la palma de la mano. El material elegido fue el plástico duro, con una longitud de catorce centímetros por un y medio de diámetro.
A este yawara evolucionado el maestro Kobuta lo denominó kubotan (la cual es marca registrada, siendo imposible por su nombre evitar no pensar en su diseñador) al que seguidamente le enganchó, en uno de sus extremos, una anilla, con el fin de convertirlo en un llavero defensivo. En la actualidad existen diversas formas y diseños de kobutan, desde aleaciones de aluminio a modelos con un extremo afilado, con hendiduras más profundas, etcétera, siendo su uso extendido por todo el mundo.
-- Otros hijos del yawara.
A partir de la idea original se han ideado multitud de tipos de yawara. Podemos encontrar en el mercado, como objeto de adorno o de coleccionismo, además de los pinchos emei y del kubotan:
* Yawaras cilindricos de madera, de quince centímetros de longitud, incluyendo dos cabezas apomadas, y dos centímetros y medio de grosor, similares al diseño de Frank Matsuyama..
* Yawaras cilíndricos de madera, de quince centímetros de longitud, centímetro y medio de grosor mayor y con los extremos terminados en punta, con una anilla en el centro para pasar por ella el dedo medio. Es como si fuera un emei, pero de madera y cortado a los lados.
* Yawaras cilíndricos de madera, que en su interior esconden uno o dos cuchillos que se descubren al separar las dos mitades del yawara. (Estas armas son de origen chino).
* Yawaras cilíndricos de metal, que en su interior esconden una cadena, con lo que al separar las dos mitades del yawara este queda convertido en un manrikigusari, o en un kusarifundo ninja.
* Pequeños yawaras acanalados que en realidad son minicervatanas lanzadoras de minúsculos dardos.
* Kubotanes que esconden en su interior dardos de lanzamiento (shurikenes).
* Kubotanes terminados en punta roma y con dos o tres pinchos que nacen en un lateral, y que al agarrarse el arma sobresalen un tanto por entre los dedos a la altura de los nudillos.
Como veis, el ingenio y la inventiva del hombre para crear nuevas armas a partir de las antiguas no tiene límite.
FINAL.
No quiero acabar este artículo sin recordar una frase de Jay Gluck, escritor orientalista y experto en Karate, referente al manejo del yawara, y que hace parafraseando un célebre dicho anglosajón: "su bolígrafo puede ser más poderoso que una espada, aunque usted nunca use tinta en él".
1 comentario:
Soy el autor del artículo original (F. Javier Hernández) publicado hace tiempo en mi blog. Como cortesia deberíais haberme pedido permiso para publicarlo en vuestro blog y, además, deberíais haber indicado su autoria. Es una pena vuestra forma de proceder. Saludos.
Publicar un comentario