LA CLAVE DEL ZAZEN
El zazen es una práctica del cuerpo y el espíritu que despierta nuestra fuerza vital, equilibra nuestras funciones cerebrales y sistema nervioso, al tiempo que armoniza al hombre con la naturaleza.
La esencia de la meditación zazen está en llevar al practicante a vivir en el momento presente, el “aquí y ahora”. Algo sumamente difícil en una sociedad como la nuestra en la que las personas viven embargadas por el miedo y la ansiedad ante el futuro, proyectando continuamente sus deseos de obtener más dinero, más amor, más belleza, más salud, más placer, más de todo. Y sin darse cuenta de que así sólo consiguen el efecto contrario: acumular estrés y perder su fuerza vital.
En un mundo como el nuestro, la meditación zazen, cuyos efectos más inmediatos son la quietud y el silencio interior, parece sacada de un cuento de ciencia-ficción y sin embargo precisamente porque estamos perdidos en una sociedad de vértigo consumista, la paz interna se antoja cada vez más necesaria para la salud de cuerpo y mente.
LA POSTURA DE BUDA
Nacida hace veinticinco siglos en el seno del budismo mahayana, este tipo de meditación no es una doctrina ni una filosofía. No consiste en una teoría, ni en un conocimiento intelectual, sino en la práctica de la postura en la que el Buda Sakya-muni alcanzó el despertar o iluminación (satori).
Buda no pretendía crear una nueva religión, si no hallar la forma en que el ser humano se liberara del sufrimiento y del dolor. Y, en su búsqueda, lo que encontró fue una posición, un modo de concentración y de respiración que llevan al vacío interior equilibrando cuerpo y espíritu. Por eso se dice del zazen que es una especie de medicina para las enfermedades de la naturaleza humana.
La palabra zazen significa por una parte “comprender la esencia del universo” (zen) y por otra, “sentarse sin moverse, como una montaña” (za). Para ejercitarse en este tipo de meditación los practicantes suelen sentarse frente a una pared y sobre un cojín redondo y duro llamado zafu, con las piernas cruzadas en la postura del loto o del semiloto. La pelvis ha de bascularse hacia adelante, de modo que las rodillas se apoyen en el suelo. La columna vertebral recta y la nuca estirada, la parte superior del cráneo empujando hacia el cielo y los hombros relajados.
Los ojos han de estar entornados, y la mirada ha de dirigirse hacia el suelo, mientras que la barbilla ha de estar recogida hacia el cuello y la lengua apretada contra el paladar. Las manos, con las palmas hacia arriba, se colocan sobre el regazo, en contacto con el abdomen, la izquierda sobre la derecha, los pulgares tocándose ligeramente por las yemas. Para empezar una sesión normal no suele durar más de una hora.
RESPIRACIÓN CONSCIENTE
La respiración es importante. Ha de ser tranquila y lenta, al tiempo que potente y natural. La inspiración ha de ser corta y normal, mientras que la espiración ha de ser larga y profunda. El practicante ha de tratar simplemente de ser consciente de su respiración sin forzarla ni pensar en ella. La postura en el zazen implica esfuerzo y dolor, sobre todo al principio, pero si se realiza de forma correcta la energía circula por todo el cuerpo incluidos determinados órganos que, a menudo y sin que seamos conscientes, permanecen bloqueados.
Tiene además incontables beneficios fisiológicos ya que las funciones cardíaca y respiratoria se regularizan gracias a la respiración y las ondas cerebrales entran en un ritmo alfa lento y zeta que reduce el estrés completamente. No menos importante es que con la práctica del zazen el estudiante acaba hallando el equilibrio de sus funciones cerebrales y la intuición y la creatividad se manifiestan libremente.
Por último al respirar de forma lenta y profunda los pensamientos confusos y personales desaparecen de la mente como las nubes desaparecen en un cielo claro. Es entonces cuando hay espacio y oportunidad para que surja el silencio interior y el espíritu se manifieste o, lo que es igual, para que la persona pueda regresar a su naturaleza original más allá de los deseos y apegos personales que le hacen sufrir y que por el sólo hecho de existir ha generado.
Cuando la postura y la respiración son correctas el practicante alcanza a atisbar en su interior la unidad con la conciencia cósmica. Se produce así una revolución interna que es difícil si no imposible describir con palabras pero que es palpable en todos los aspectos de la vida cotidiana. Ésta se vuelve más apacible y plena, la persona logra vivir el momento presente sin preocuparse por el pasado o el futuro, sin ansiedad ni miedo, sencillamente dejándose guiar por la infinita sabiduría del universo.
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